Las huellas de lo invisible by Jesús Toral Fernández

Las huellas de lo invisible by Jesús Toral Fernández

autor:Jesús Toral Fernández [Fernández, Jesús Toral]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Thriller Sobrenatural
publicado: 2019-03-21T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 29

La radio estaba encendida, aunque Joel no la escuchaba, apostado en su coche, a una distancia prudente de la entrada, suficiente como para poder controlar quién entraba y quién salía del establecimiento. En las últimas dos horas se le habían pasado por la cabeza decenas de teorías, algunas más descabelladas que otras, unas dejaban mejor al que había considerado su novio y otras le convertían en un cretino. Los nervios crecían a medida que se sucedían los minutos. Observó cómo alguien cerraba la puerta principal a las dos de la madrugada y, poco a poco, los clientes iban vaciando el recinto. Media hora después, por fin, los empleados comenzaron a abandonarlo: primero salió una chica rubia sonriendo, al lado de otro joven y antecediendo al que cerró con llave al salir, Hodei, con la melena revuelta y su eterno aire de escritor romántico, el que le había despertado unos sentimientos tan adormecidos como profundos, el que le había puesto carita de cordero degollado para explicarle que le dejaba unos días para cuidar de su madre enferma.

La muchacha se despidió estampando un par de besos a cada uno de los otros dos para emprender caminos separados, ella pasó junto al coche de Joel y la pareja se dirigió al vehículo del vasco. Este parecía distraído y caminaba deprisa, sin levantar la vista, pero el otro trataba de acelerar el ritmo para alcanzarle. Al llegar, Hodei tomó su llave para introducirla en la parte del copiloto con el fin de abrir la puerta y, en ese momento, su acompañante le estampó un beso en los labios por sorpresa. Él no se lo devolvió, tampoco lo rechazó. Solo le hizo un gesto para que entrara y después se puso al volante del automóvil.

Joel empezaba a atar cabos. Dos espesas lágrimas corrían por sus mejillas en un rostro inexpresivo. Todo había sido una mentira, una vez más. Ya no le importaba ni su nueva familia, ni su trabajo… solo la sensación humillante de haber sido utilizado. Había pecado de confiado, una vez más. No estaba dispuesto a repetir la experiencia que vivió con David. Si algo le había quedado claro después de aquella historia era que quería a alguien en exclusiva y no ser el segundo plato. Estuvo tentado de marcharse de allí de inmediato, pero necesitaba saber más, descifrar por completo lo que estaba ocurriendo y por qué. Así que les siguió a una prudente distancia evitando que los otros se percataran de ello. La travesía urbana por Madrid le llevó hasta la zona de Legazpi, desde donde accedió a una calle corta donde aparcaron. Instantes después salieron del vehículo mientras, en una esquina, Joel aguardaba impaciente.

Los dos ocupantes del vehículo salieron en silencio, con caras de circunstancias, y entraron en un portal, cerrando la puerta tras de sí. No lo dudó: continuó recto hasta que vio un hueco para detener su Audi y descendió de él con premura. Al acceder al edificio, lo primero que hizo fue empujar el portón de hierro de la entrada para comprobar que estaba cerrado.



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